Este capítulo 27 demuestra que muchas veces como hombres tenemos una falta de carácter, pero que a pesar de eso, Dios obra en gracia.
Isaac ya es un hombre anciano, ya había perdido la vista y está por declarar una bendición sobre su primogénito Esaú (v.1-4). Rebeca al enterarse, quiere que esa bendición la reciba Jacob, su hijo favorito, así que hace todo para engañar a Isaac (v. 5-17). Jacob entra al cuarto con su padre y miente sobre su identidad para obtener algo a cambio (v.18-24) Hombre, esto nos muestra una gran enseñanza: no debemos mentir ni engañar a nadie para tratar de obtener lo que Dios ya tiene preparado para nosotros. Él hará su obra si confiamos en Él.
Finalmente, Isaac bendice a Jacob (v.25-29). No lo bendijo con propiedades o cosas materiales sino declarando palabras de bendición sobre su vida. De pronto regresa Esaú después de haber cumplido lo que su padre le había pedido y listo para recibir su bendición. Sin embargo, Isaac le dice que la bendición ya le ha sido dada a su hermano (v.30-33).Tristemente Isaac no entendía la gracia de Dios, no entendía que podía bendecir a sus dos hijos (v.34-40).
Tú y yo sí conocemos la gracia de Dios, hoy podemos bendecir a todos nuestros hijos e hijas por igual. Tal vez te preguntas, ¿cómo puedo bendecir a mis hijos? Bendecirlos va más allá de propiedades o dinero, la bendición más importante es lo que pueda salir de tu boca. Así que, abre tu Biblia, toma algún versículo o promesa y habla en voz alta esas palabras de bendición sobre la vida de todos tus hijos.