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En este capítulo 21 de Génesis, llegamos a una parte muy importante: El cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho a Abraham. Han pasado 25 años desde que Dios le dijo a Abraham que sería padre de multitudes y que su esposa Sara daría a luz a un hijo en su vejez. En este capítulo ellos se convierten en padres de Isaac. (v.1-5) ¿Te imaginas el gozo que llegó a sus vidas después de tanto tiempo de espera(v. 6)? Esto nos enseña que las Palabras o Promesas que Dios habla a nuestra vida, tal vez no se cumplan al instante, pero no las sueltes ni las olvides pues tenemos un Dios que cumple su Palabra y si Él lo dijo, lo hará (v.7).
Abraham tenía un hijo con su sierva Agar, Ismael. Pero este hijo había sido concebido en el esfuerzo humano de Abraham de tener descendencia, no de la promesa que Dios le había hecho. Un día Sara le pide a Abraham que despida a Agar y a su hijo porque este se estaba burlando de Isaac (v.8-10). Aunque para Abraham esto fue algo muy difícil, lo hizo porque Dios así se lo pidió. Sin embargo, le dijo que no se preocupara pues Él se haría cargo de ellos. Isaac era el hijo de la promesa y de él saldría su descendencia pero de Ismael haría una nación igualmente, por ser su hijo también (v. 11-14).
Ahora bien, aprendemos que Isaac era el hijo de la gracia, de la obra de Dios e Ismael era el hijo de la carne, de la obra humana, es decir de la ley. Ambos no pueden coexistir. Esto nos enseña que la salvación viene por la obra de Cristo, no por mi propia obra. Amigo, debemos entender que nuestra salvación y caminar con Dios viene totalmente por la obra, gracia y misericordia de Jesucristo en nuestras vidas; no por ser religiosos y cumplir con ciertas leyes y mandamientos. Vivamos cada día dependiendo y recordando que todo lo que somos y lo que tenemos es por la gracia de Dios en nuestras vidas.